Seguro que alguna vez te has hecho esta pregunta y no es la respuesta que esperas. Y es que nada tiene que ver con acomodarse antes de salir de casa o al llegar, aunque esto lo hemos adoptado como costumbre y lo hacemos de manera inconsciente.
Aunque los espejos también están para eso, no es su función principal porque también está para otras cosas. Una razón psicológica en la que no pensamos de manera consciente es que nos aporta mucha seguridad.
¿Por qué los ascensores tienen espejos?
Pues bien, los ascensores tienen siempre espejos (salvo algunas excepciones como pueden ser los montacargas) para dar sensación de amplitud, de manera que hace que no tengas claustrofobia cuando te subes en uno de ellos por muchos pisos que haya en el edificio. Y es que, al tratarse de un espacio tan pequeño, son muchas las personas que sufre ansiedad cuando se monta dentro de ellos.
Y también existe otra razón muy importante. Si miras de frente al espejo, te da una sensación de seguridad y evitas que te roben. Porque de esta manera, al estar todos reflejados, se puede comprobar lo que el resto de las personas que te acompañan en ese espacio tan pequeño están haciendo en ese momento, y así protegerse de un posible robo o de contactos físicos indeseados al ir muy pegados y sufrir algún roce que no te gusta.
¿Desde cuándo los ascensores tienen espejos?
Es una pregunta que todos nos hemos hecho, ¿verdad? La respuesta es: desde siempre.
Los primeros ascensores se construyeron en el siglo XIX, y tenían espejos instalados en la parte superior e inferior de los huecos para que las personas que subían y bajaban pudieran mirarse. Esto les ayudaba a sentirse más seguros de sí mismos, lo que les daba más confianza en su trabajo y en su vida personal.
Esto era especialmente importante para las mujeres en esta época, ya que era raro que se les permitiera salir de casa sin un acompañante, por lo que poder verse en el espejo de un ascensor les ayudaba a sentirse más cómodas en sus viajes al espacio público.
Los espejos ofrecían un servicio que, en aquella época, era único: permitían a los pasajeros comprobar su aspecto sin salir del ascensor. Los primeros espejos eran de metal pulido y se instalaban en la pared trasera de la cabina del ascensor. Normalmente se instalaban en cabinas de alta gama destinadas a pasajeros adinerados que no querían ser vistos mientras viajaban.
Es sorprendente que algo tan sencillo, haya tenido un efecto tan profundo en la historia. Si miramos la línea de tiempo del ascensor, es fácil ver esta influencia. El ascensor cambió la forma en que se construyeron los rascacielos, y cómo afectó a la sociedad en formas que ni siquiera podemos imaginar. Nos gustaría pensar que allí donde se detiene este invento, otros seguirán ampliando los límites para expandir aún más nuestros horizontes.
Así que la próxima vez que utilices un ascensor, recuerda que hay algo más que un simple transporte. También hay autocuidado y seguridad en cada parada.